Voy a encargar horas
y horas de risas y gritos de niños; un montón de mañanas frías y
soleadas de invierno; litros y litros de bebidas compartidas que dejen en
suspenso a la razón; varios kilos de trufas de chocolate que se derriten en la
boca en estallidos dulces sin fin; kilómetros de palabras que encadenadas me
llevan por un laberinto del que no quiero salir; minutos interminables de
carcajadas adolescentes; toneladas de charletas intrascendentes alternando con sesudas tertulias; miles de notas musicales
que se transforman en latigazos emocionales; jornadas infinitas de cine que me
hagan creer que se puede vivir varias vidas a la vez; cientos de kilómetros
por recorrer que demuestren lo iguales
que somos en todas partes; litros de aguaceros refrescantes; una tonelada de blanditas gominolas dulcemente empalagosas; un quintal de besos calentitos
y de abrazos refugio…
...un montón de cosas que puedo compartir y de las
que no pienso prescindir.
Estoy moñas. Llega
la Navidad
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