Los primeros
síntomas comenzaron hace unos días. Me encaminaba hacia la puerta de un
establecimiento de la ciudad, cuando sin previo aviso fui rebasada por una
señora. Pensé que la susodicha había perdido todo rasgo de la debida compostura
y me iba a impedir la entrada. Pues no. Llegó. Me dedicó una sonrisa amplia y
ensayada para, a continuación, sujetar la puerta y cederme el paso. ¿Eh? Paso
fascinada.
Llego a la
frutería, está atascada. Entre la multitud, rápidamente mi vista se desvía
hacia el pulsador que expende el número de orden para pedir. Alargo la mano y
mis dedos consiguen tocar el papelín unos milisegundos después de los de un
muchacho que acaba de entrar. Con desacostumbrada amabilidad, retira su mano y
dedicándome una sonrisa, ordenada impecablemente por un corrector dental, me
deja coger el papel primero. ¿Eh? Desconcertante
Delante de la
tele permanezco hipnotizada, más bien idiotizada. Terroristas, inmigrantes y
crisis económicas han desaparecido del mundo, o al menos de los informativos.
En su lugar hay una inundación de programas llenos de música y canciones añejas perpetradas por periodistas
y presentadores contratados para mejores fines. Me quedo enganchada ante la avalancha
de perfumes que nos procuran con su solo uso amor infinito o sexo desenfrenado.
Y qué decir de todos los reencuentros familiares televisivos, buenos deseos
gratuitos, derroches de sonrisas y besos… ¿Eh? Alucinante.
La lotería es
punto y aparte. Nos toca a todos ¿de verdad? No, nada más lejos de la verdad. Si
a unos les toca es porque a los demás no. Pero, eso sí, nos da una alegría
infinita, la suerte ajena. Pero a todos
nos toca la salud. Idea, esta última, que yo comparto, pero que en este
contexto tiene un regusto a precio de consolación que no se lo merece.
Con todos estos
ejemplos y alguno más, he llegado al estado en el que me encuentro: abotargada
de buenos deseos y parabienes. ¿Acaso todo el mundo se ha puesto de acuerdo
para morir asfixiado en puro amor empalagoso? Habrá que dejar algo para cuando
la infección remita ¿no?
Esto sí me gusta
(estoy en vías de recuperación)