jueves, 19 de noviembre de 2015

“Momentos dopamina”

Una muy buena noticia, podemos generar nuestros chispazos de felicidad. Autonomía total. Nada tiene que ver la lotería ni el azar (bueno eso también ayudaría, sería una memez negarlo) Todo está en nuestra composición química. Es algo que viene de serie y que podemos poner a trabajar en nuestro beneficio. Y el desencadenante de esos breves e intensos momentos de felicidad personal se llama: dopamina, hormona y neurotransmisor para más señas. El desparrame de dopamina que se produce en nuestros cerebros nos produce placer. Punto. Sencillito y claro. Científicamente comprobado.

Dos cuestiones fundamentales. Primero ¿cómo iniciamos el proceso? Sencillo, dando alegrías al cuerpo y al espíritu. Placeres a nuestro alcance: una buena comida, un revolcón sexual, ejercicio físico constante, la contemplación del arte, la audición de la música preferida para cada cual… Asidua de casi todas, genial (y como yo la mayoría, espero, si no es que una está muerta) Todas esas comunes y corrientes actividades producen el anhelado subidón que  hace que se desborde la dopamina.

Y segundo. Sabedora de que tengo la llave de mi felicidad ¿qué tengo que hacer para producir dopamina por arrobas?  ¿Debo comer alimentos ricos en algún mineral? ¿Dormir un número concreto de horas? ¿Reírme un rato todos los días, aunque sea de mi sombra, por aquello del efecto llamada al buen rollo? No sé. Algo habrá que hacer. Tengo que evitar que se produzca el desencadenante y me pille con el depósito de la hormona en la reserva y no pueda doparme como merece la cuestión. No quiero perder ni uno solo de esos subidones a los que tengo derecho. Voy a derrocharlos. Manirrota e inclemente, cómo si no hubiera mañana.


No obstante, si alguien sabe algo sobre la crianza de la dopamina, soy toda oídos.
Mientras, me preparo para un momento dopamina.
        

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