viernes, 6 de noviembre de 2015

De charleta con los árboles

Existe un parque en Melbourne (Australia) en el que la Administración ha habilitado un cauce para dejar mensajes a los árboles. Mientras se abre este canal botánico en mi ciudad, pienso en ello para estar preparada.

 Me veo y ¿qué le digo yo a un árbol?
-          Olmo querido, ya puedes llamar al jardinero porque llevas unos pelos…
-          Felicidades señor abedul, este año está usted espléndido.
Tal vez preguntarle por su bienestar
-          ¿Le dan mucho la lata los niños subiéndose a sus ramas?
-          ¿Qué tal invierno ha pasado?
-          ¿Le dan buena vida las parejas que se cobijan bajo su sombra?
Puede que convendría ponerse un poco más profunda
-          Señor castaño, usted a qué aspira en su dilatada existencia, a ser más frondoso, a ramificarse, a  subir en altura, o quizá a algo más transcendente
-          ¿Le preocupa ser útil depurando el aire, dando una refrescante sombra cuando aprieta el calor o simplemente quiere pasar por la vida de tapadillo, disimulando, camuflado entre otros?

¡Ay¡ ¡qué no sé si tengo buen feeling con los árboles! De lo que dicen las hojas solo oigo rumores. De su tronco, leves crujiditos. Carente de sensibilidad arborícora estoy. ¿Y si le doy un achuchón, un abrazo largo, un pegar el oído por ver si siento las pulsaciones de la savia arriba y abajo?

¡Uf! Quizá. Si me encuentran abrazada a un árbol, con los ojos cerrados, oídos atentos, mejilla pegada a la madera, intentando dejarle un mensaje directo, sin intermediarios, ¿no acabaré visitando el servicio de salud mental? ¿Serviría de algo decir, en esta ciudad de provincias mía, que comunicarse con los árboles es lo último de lo último en la cosmopolita Melbourne?

Que sí, que lo voy a hacer. A la vez que entro en comunión con mi parte vegetal, que seguro que la tengo en algún bolsillo, voy a estar especialmente atenta a las miradas y comentarios de todo aquel que no ha desarrollado su faceta arborescente. Sobre las vicisitudes de la vida arbórea no sé si aprenderé mucho, pero sobre la animal de los representantes que se desplazan con dos piernas, montón, seguro.

Atiendo, por si aprendo...

         

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