Mantener la
mente en off de forma permanente para convivir con la alienación laboral y acabar por no reconocerte, por no saber muy bien quién eres.
Asumir que no saber
hacer nada es algo sin importancia. No construir, no realizar un proceso
completo que te haga sentir bien con tu trabajo y con lo que eres capaz de
hacer.
Engañarse a sí
mismo perdiendo el norte y acabar por empatizar con la élite social a la que no
perteneces. Desear emularla, adquirir sus prebendas que están fuera de tú
alcance, vivir con su nivel de vida, en vez de comprender al igual,
sus problemas que son los tuyos.
Culpabilizar a
la pobreza en vez de combatirla.
Someternos sin
reserva a la lógica del “todo tiene un precio” Meternos en las meninges la
obligatoriedad de hacer dinero a cualquier precio.
Modificar
nuestra escala de valores. Supeditar familia, amigos, entorno, ciudad… a los
imperativos del trabajo, y además, estar agradecidos.
Fuentes: escuchar, mirar, leer, hacer mala órdiga y descubrir la digestión que ha hecho César Rendueles en Capitalismo Canalla.
Reflexión. ¿Cuántas vidas pensamos vivir que nos permitimos el lujo de poner en
venta ésta?
Consuelo. Agradecidos de estar en activo y formar
parte de este enloquecido engranaje.
Como él, que parece que no se plantea mucho la vida |
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