¿Qué va a ser de
ti, pobrecito mío? Base y sostén de toda la industria desde que Watt inventara
la máquina de vapor allá por el siglo XVIII. Sufrido peón que ha hecho posible
desarrollos industriales inimaginables. Conformista de vocación y levantisco
por obligación. El humilde eslabón de la cadena que primero quiebra cuando
vienen mal dadas. Tan necesario como prescindible.
Futuro incierto,
pronóstico chungo. Y es que no corren buenos tiempos para el currela de a pie.
El empresario industrial del siglo XXI es capaz de hacer más con menos. Esto es
algo fantástico, pero lo que si es un hecho cierto es que las empresas cada vez contratan menos y sus beneficios se incrementan de
forma abrumadora.
Y es que la
producción se tecnifica y robotiza. La penúltima: una empresa japonesa de
componentes para Smartphone, cuyo nombre no recuerdo, fue noticia a principios
en el verano por haber pasado de un plumazo de tener 600 trabajadores en nómina
a 60, manteniendo la misma producción claro está. Y esa es la tendencia.
Que no se me
trate de moñas, pues sé que desde que la maquinización tomó posesión de nuestras vidas de mano de la
industrialización, no nos ha ido tan mal. No obstante también sé que en
este proceso la plantilla base tiene
todas las de perder. Que no me digan que es el signo de los tiempos, porque es
la perfecta frase comodín para admitir cosas inadmisibles con la misma
resignación que aceptamos el paso del tiempo. Así que siguiendo la “deriva” de
los tiempos ¿vamos encargando estudios etnográficos y sociológicos que documenten
al “sufrido currela” en vías de extinción?
Mientras, me
pongo a mirar la luna. Nada que ver pero reconforta.
Eclipse Lunar José Antonio Hervás |
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