jueves, 10 de septiembre de 2015

Caminating

Una de las prácticas vacacionales más económicas es pasear, y entonces se da cuenta una  de lo mucho que los demás también pasean. Somos una cultura de paseantes ¿Qué beneficio obtenemos de tanto desgastar suela? No está muy claro, pero la primera explicación que hay que desechar es la de llegar a alguna parte. La mayoría de paseantes caminan sobre recorridos ya conocidos, sin descubrir nada nuevo. Otros hacen un ida y vuelta, tocar y volver por la misma senda. Algunos describen un paseo en círculo para volver, al poco, al lugar de partida. Vaya, que se camina para ir a ninguna parte, básicamente.

Lo de que es un ejercicio sanísimo lo sabemos todos, pero el paseante no está pensando exclusivamente en ese beneficio tan natural y económico. ¿Por matar el rato? Puede ser, aunque quitando a la jubilosa tercera edad, y no a todos, todo hijo de vecino tiene la agenda más que repleta y el caminar acaba dejándose para el apartado ocio y tiempo libre, que siempre es escaso.  ¿Por ser una actividad la mar de económica y accesible, si exceptuamos el adecuado calzado? Quizá, en los tiempos que corren no debemos desestimar el hobby barato “yo camino” Echando un vistazo al libro de Javier Mina El dilema de Proust o el paseo de los sabios es sorprendente comprobar la cantidad de pensadores, escritores y escribidores varios que han utilizado el dar un paso detrás de otro para ordenar ideas, crear mundos paralelos y evasiones de todo tipo. Todo eso está muy bien, pero caminar caminan todas las persona que tienen piernas y camino, creativas o no. ¿Será una cuestión cultural? Hay civilizaciones que caminan unas más que otras. Por educación, ocasión, caminos transitables, urbanismo complaciente… Bien pero en cuanto se dan las condiciones la gente camina.

¿Qué es lo que impulsa a la gente a ponerse en marcha para no llegar a ninguna parte? Pueda que la culpa de este aparente sin sentido la tenga esa parte social que tenemos por arrobas y que tanto quehacer nos da.  El paseante solitario huye de sus iguales dándose un respiro para coger impulso, aunque la mayoría camina en parejas, tríos… elaborando conversaciones agradables, ligeras, tal vez argumentaciones de peso que dan al traste con el agradable paseo. ¡Esa parte social…!

¿Qué dirían los extraterrestres si un buen día nos echan un vistazo y comprueban la dedicación con la que nos entregamos al caminating? Observarían que vamos y venimos sin cesar, de forma ordenada y sin sentido aparente. Materia de estudio, fijo. Y si un buen día nos vemos obligados a vivir en esas naves espaciales tan cucas, ordenadas y pequeñas en espacio interno ¿por dónde vamos a pasear? Ay, ay… que lo de pasear con traje espacial no va a ser lo mismo, que la ingravidez es muy traicionera, que tienen ganada la partida los solitarios paseantes y los que  utilizamos el paseo para socializar ¿qué será de nosotros? No lo veo.

¡Socorro! Algo se nos ocurrirá espero. Mientras paseo y veo pasear

 
Seurat
Tarde de domingo en la isla grande de Jatte

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