Una de las
prácticas vacacionales más económicas es pasear, y entonces se da cuenta una de lo mucho
que los demás también pasean. Somos una cultura de paseantes ¿Qué beneficio
obtenemos de tanto desgastar suela? No está muy claro, pero la primera explicación
que hay que desechar es la de llegar a alguna parte. La mayoría de paseantes
caminan sobre recorridos ya conocidos, sin descubrir nada nuevo. Otros hacen un
ida y vuelta, tocar y volver por la misma senda. Algunos describen un paseo en
círculo para volver, al poco, al lugar de partida. Vaya, que se camina para ir
a ninguna parte, básicamente.
Lo de que es un
ejercicio sanísimo lo sabemos todos, pero el paseante no está pensando
exclusivamente en ese beneficio tan natural y económico. ¿Por matar el rato?
Puede ser, aunque quitando a la jubilosa tercera edad, y no a todos, todo hijo
de vecino tiene la agenda más que repleta y el caminar acaba dejándose para el
apartado ocio y tiempo libre, que siempre es escaso. ¿Por ser una actividad la mar de económica y
accesible, si exceptuamos el adecuado calzado? Quizá, en los tiempos que corren
no debemos desestimar el hobby barato “yo
camino” Echando un vistazo al libro de Javier Mina El dilema de Proust o el paseo de los sabios es sorprendente
comprobar la cantidad de pensadores, escritores y escribidores varios que han
utilizado el dar un paso detrás de otro para ordenar ideas, crear mundos
paralelos y evasiones de todo tipo. Todo eso está muy bien, pero caminar
caminan todas las persona que tienen piernas y camino, creativas o no. ¿Será una
cuestión cultural? Hay civilizaciones que caminan unas más que otras. Por
educación, ocasión, caminos transitables, urbanismo complaciente… Bien pero en
cuanto se dan las condiciones la gente camina.
¿Qué es lo que
impulsa a la gente a ponerse en marcha para no llegar a ninguna parte? Pueda
que la culpa de este aparente sin sentido la tenga esa parte social que tenemos
por arrobas y que tanto quehacer nos da.
El paseante solitario huye de sus iguales dándose un respiro para coger
impulso, aunque la mayoría camina en parejas, tríos… elaborando conversaciones
agradables, ligeras, tal vez argumentaciones de peso que dan al traste con el
agradable paseo. ¡Esa parte social…!
¿Qué dirían los
extraterrestres si un buen día nos echan un vistazo y comprueban la dedicación
con la que nos entregamos al caminating? Observarían que vamos y venimos sin
cesar, de forma ordenada y sin sentido aparente. Materia de estudio, fijo. Y si
un buen día nos vemos obligados a vivir en esas naves espaciales tan cucas,
ordenadas y pequeñas en espacio interno ¿por dónde vamos a pasear? Ay, ay… que
lo de pasear con traje espacial no va a ser lo mismo, que la ingravidez es muy
traicionera, que tienen ganada la partida los solitarios paseantes y los que utilizamos el paseo para socializar ¿qué será
de nosotros? No lo veo.
¡Socorro! Algo
se nos ocurrirá espero. Mientras paseo y veo pasear
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