Como las
ocasiones no son muchas, no pierdo ninguna para poder escribir a mano, de forma
amanuense, con papel y boli. Además, no soy nada glamurosa, papel normal y boli
bic, punta gorda, por favor. Ejercicio placentero y que de no ser por
obligación, se va dejando de lado o simplemente olvidando.
Pero, cuidado,
es un ejercicio que habla mucho de cada uno de nosotros. Hay un hilo invisible
que une el estado de ánimo y la caligrafía. He llegado a darme cuenta, de que
aunque mis palabras desmientan mis pensamientos, no lo hará la forma e
intensidad de mi letra. Se redondea y expande si tengo un día verde esperanza y
se vuelve pequeñita e incomprensible el día rojo peligro. No hay forma de
mantener una personalidad definida y estable, la transformación es de tal grado
que hay ocasiones en las que he llegado a pensar que atravieso estados
transitorios de bipolaridad y mi caligrafía me delata.
Sobre lo chivata
que puede llegar a ser este ejercicio manual de dibujar trazos en un papel
tengo una idea certera, pero lo que no imaginaba es la vertiente laboral para
el que maneja lápiz y papel con extraordinaria maestría. Acabo de saber que se
llaman pendolistas. Se ganan la vida escribiendo cartas, invitaciones a
eventos, carteles… por encargo y, por, descontado, a mano. Su valor es el arte
que imprimen en su trabajo y para ello se valen del tipo de papel (más rugoso,
imprime carácter a la letra al oponer resistencia, o liso por el que resbala
jubilosa la pluma). Y, por supuesto, combina tipos de letras dependiendo del
carácter del evento, del gusto de la persona que realiza el encargo, o de la
personalidad del destinatario. Claro, el artista también deja su estado de
ánimo en su trabajo, o intenta enmascararlo si lo cree oportuno.
Imagino que es este
un arte en vías de extinción, pero va a hacer que mire con más atención
caligrafías y tipografías de todo tipo, y desde luego con mayor cariño los
garabatos con los que suelo emborronar hojas de dudosa calidad.
Decidido, y si
alguien está en desacuerdo que se atreva a decírmelo.
Mientras tanto
miro…
Escritura japonesa |
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