Estoy sentada.
Miro al mar. Nada más. Tranquila estoy. La gente pasa de largo o transita
con descuido alrededor. Cada uno a lo suyo.
Unos jóvenes
padres resoplan ante el penúltimo berrinche del primogénito que se ha sentado
en el suelo y no quiere avanzar. Un anciano, al que saca a pasear su chucho que
trota suave, conocedor de la velocidad media de su dueño, avanza tranquilo. Un padre y un hijo comen un helado
relamiéndose al compás de sus pasos, como el reflejo de dos momentos similares
separados por el tiempos, dos ejemplares genéticos de un mismo ser visto en
perspectiva. Dos adolescentes pasan patinando y sus trinos, risas y gritos
anuncian amaneceres ilimitados. Una familia se para a hablar con un conocido,
muy cerca de mí, saludos, parabienes y paso continuo. Un grupo de
pre-universitarios pasan de aconsejarse
sobre los programas televisivos de más baja estofa a discutir sobre política
española sin solución de continuidad ¡qué plasticidad! ¡qué flexibilidad! Dos
venerables ancianas con andador, una más con bastón y la cuarta a pie ligero, avanzan como si de
una carrera de relevos se tratara. Un cuarentón, firme y seguro, avanza
lanzando miradas a diestro y siniestro, no sea que la sección femenina no se percate.
Dos novios, puro chicle, están de acuerdo hasta en la dirección en la que
mirar, la longitud del paso que dar y el tono de voz que emplear. Me edulcoro
sin querer.Seguro que hay alguien mirando que miro.
Sigo sentada, observando. Placeres de bolsillo. Momentos que perseguimos por necesidad, por
inercia. ¿Hay algo más? ¿Alguna montaña que debe ser escalada? ¿Un continente por
descubrir? O no. ¿Me zambulló entonces en el instante de
felicidad común y corriente? ¿Busco la última esencia escondida, esa gran
belleza esquiva o me impregno de la normalidad, elixir destilado por el sentido
común? ¿Hay algo más?
Una señorita
acaba de desplegar un pañuelo en el suelo a dos metros de mi atalaya. Desembala
una gaita y se pone a tocar. ¡A jorobarse! Momento interruptus en mi búsqueda
de la felicidad al alcance de la mano. Mañana será otro día.
¡Necesito ayuda! ¿Hay alguien ahí?
La banda sonora
de la búsqueda del Grial ha hecho crack, crak… Si alguien encuentra el hilo de
Ariadna, que me lo comunique.
Mientras tanto
escucho otra cosa...
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