jueves, 25 de junio de 2015

No puedo con ellos

Haciendo uso de esa misma libertad de expresión que el personal  utiliza para dañarme la visual, proclamo mi más profundo rechazo hacia los legin ¿quién ha tenido la infausta idea de parir semejante engendro, un mal cruce entre un pantalón ceñido de baratillo y una media tupida anti lujuria?

¿Por qué han arrasado entre las féminas cuando la prenda en cuestión , lejos de dar honroso acomodo a las naturales imperfecciones de la inmensa mayoría del personal, se empeña en gritarlas a los cuatro vientos? Bien está aceptarnos tal y como somos o como nos empeñamos en ser, pero también es perfectamente legítimo pedir que no se invada el campo visual ajeno con un masivo colectivo de niñas, adolescentes, jovencitas, maduras y veteranas, que salen de paseo en medias pareciendo haber olvidado la falda que da sentido al conjunto.

Hace furor entre mujeres de todas las edades, extracto social y nacionalidad y lo cierto es que esta prenda podría ser un icono que expandiera con su uso los valores igualitarios y democráticos. Pero, siempre hay un pero, resulta que su poder de seducción no llega a todos los géneros. Los hombres han escapado al hechizo. Tan prácticos como siempre le han echado un vistazo a la vestimenta y rápidamente han pensado que su función primordial fuera proporcionar comodidad, dadas sus características de flexibilidad y adaptación, cuando decidan salir a hacer ejercicio. Acabado éste, la prenda desaparece de las piernas y de la retina,  y cada individuo recupera su propia singularidad y dignidad.

Porfa, si se trata de lucir tipo, pantalones ajustados que hagan bailar a la cadera y oscilar alegremente el trasero; si lo que se quiere es compartir con el personal unas piernas kilométricas y bien torneadas, o simplemente reales, una minifalda ridícula y un buen par de de tacones (si los aguantas); si se trata de ir cómoda, pues nada, un pantaloncito ni demasiado ajustado, ni demasiado holgado, bueno o como cada cual apetezca.  Pero ya vale, porque ni las gafas de sol que me  protegen de los rayos solares más perjudiciales consiguen ponerme a salvo de la chirriante prenda. ¡A punto de sufrir un ataque por sobreexposición!


Necesito ayuda.  Alguien que empatice conmigo o que me explique la razón de esta urticaria visual que padezco  
¿Hay alguien ahí?

Mientras llega, escucho...

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