jueves, 4 de junio de 2015

Esperando el calorcito

Verde imparable y jubiloso, las calles se estrechan ante tal euforia vegetal.
Los parques se cubren de umbrías creando sombras impresionistas en el aire y en el suelo. Los pajarines ciudadanos levantan al día, lo arrullan en la siesta y lo despiden con las últimas luces.

Resucitan de nuevo cuellos, brazos, piernas y rodillas…, permaneciendo el resto entre algodones y linos livianos.  Sandalias y chancletas muestran a los que hasta ahora han permanecido ocultos. Puerta abierta a los atropellos coloristas, vestimos con el arcoíris y nos mimetizamos con jardines y parterres.

Muchos  desfallecen ante la sofoquina confiando adaptarse al nuevo balanceo de esta Tierra que nos soporta.Otros tantos  se euforizan dejando surgir nuestra parte más animal y sucumbiendo a toboganes anímicos y promesas  de días infinitos. La tercera edad descansando debajo de los árboles que exhiben incontenibles, sus hojas infantiles.

¡Qué alegría, qué rogocijo! Por fin está aquí, el calorcito. ¿Cuántos días tardaré en sobrepasar la cantidad tolerable de grados por cm2 de piel sin que mi humor se resienta, sin que eche de menos las umbrías y los vientos norteños? Qué falsa, si lo sé, ni contigo ni sin ti. No es culpa mía, vivo en un cuerpo humano sometida a sus caprichos  y sus encantadoras contradicciones.

Necesito ayuda para entender a este compañero de viaje que cada día se hace más patente ¿Hay alguien ahí?


Mientras llega miro...
BANKSY





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