Por breve
tiempo, allá va. No como viajera sino como turista. Lleva la maleta
llena de expectativas, de la inquietud de la sorpresa, de la
disposición a entenderlo todo, de no cerrarse ante nada, de no
cansarse ni cuando la cabeza embotada le pida un respiro o el
cuerpo tregua. Está ahí y delante su futuro. Si el lugar le
defrauda o no es lo esperado, no importará porque está en camino, con la brújula
direccionada. No hay posibilidad de error, aunque no sea lo
imaginado será especial. Es irrepetible y ella todavía no lo
sabe.
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