miércoles, 20 de julio de 2016

Me aburro

Tarde de julio, vacaciones. Ola de calor africana. No sé qué hacer con mi cuerpo serrano. Vagabundeo por la casa, quién se atreve a enfrentarse con el implacable calorazo del exterior. Con precaución saco la cabeza por la ventana por ver si un vientecillo norteño ha equivocado su curso y recala en mi barrio ¡Puñetas! el ardiente Sáhara me da una bofetada asfixiante y se cuela en mi dormitorio. Aprendo de la escaramuza y cierro persianas, ventanas y practico la estrategia defensiva vista en el cine: inmovilidad total, me aletargo con la esperanza de que mis constantes vitales se queden al mínimo.

Ubicada en el córner más fresco de mi morada y adoptada la posición defensiva más ventajosa ahora ¿qué? Ocasión de lujo: leo, leo y leo. Después de un rato, de un buen rato... me aburro. Ya no tengo más interés por saber en qué puñetero lío se ha vuelto a meter el prota de la novela, y el libro se me escurre de las manos. Entonces le doy su oportunidad a la música. Luz tenue (qué remedio), melodías elegidas, volumen a voluntad... La embriaguez sonora me dura un rato para caer en el tedio que llega antes de lo previsto. Idea arriesgada: probaré con la tele. Zapping convulsivo para convencerme de que no es el momento y no me decido entre meterme en la vida de una pandilla de petardos/as, conocer el mundo apasionante de la oruga negra brasileña, participar en una vaquerada por los ardientes territorios de Texas o esquivar balazos  en la peligrosamente y atractiva Miami !Puaf, qué asquito¡ Cómo va subiendo el grado de sopor que incluso se me ocurre lanzarme a la cocina para hacer un bizcocho o similar. Rápidamente lo desestimo, tendría que batir, amasar, acalorarme con el horno !quita, quita, ni hablar¡ El caso es que el armario ropero necesita una urgente operación de reubicación de contenidos que postpongo sine die... y así va a seguir.

Algo falla. ¿No es el verano la estación del todo es posible, un tiempo soñado durante el resto del año, una meta que comienza a anhelarse a uno de septiembre, el periodo en el que todo el mundo está alegre, el tiempo es perfecto, las actividades postergadas por fín toman cuerpo, se conocen países lejanos y se crean relaciones exóticas con las cuales regodearse durante los once meses posteriores? ¿Cómo entonces puedo estar aquí yo como un monstruo pelón dejando pasar las bondades de un verano sin igual? ¿De qué forma tan grosera me aburro como una ostra en roca aislada? ¿Qué actividad apasionante me ha pasado inadvertida y ahora me resulta imposible reorientar mis preciados días vacacionales? Vuelvo a mi posición defensiva inactiva esperando una gloriosa iluminación, aguardando que llegue antes de que el próximo periodo de apasionante actividad forzosa me rescate se este espejismo de jubiloso descanso.

Forges





No hay comentarios:

Publicar un comentario