Llegan las
fiestas de Pamplona y todo el mundo se vuelve loco o idiota, según
el caso. Cita obligada para bullangueros, curiosos, juerguistas,
simpaticones y merluzos de todo sexo, condición y nacionalidad.
Fecha señalada en muchos calendarios cuyos poseedores se preparan
para cumplir con todos y cada uno de los protocolos, actos sociales y
requerimientos a los que la Fiesta obliga. La vestimenta es algo de
lo que nadie se ocupa puesto que todo el mundo la da por hecho:
blanco y rojo, por favor. Estar en forma para aguantar el vagabundeo
constante por las calles de la ciudad, nada de recogiditos en un cuco
local privado: no, todos a la calle a invadirla, a inundarla de gente con ganas de guasa. Rodearse del grupo habitual de amistades o
familia para compartir los raticos, o variante muy usada estos días,
crear otros grupos alternativos que dan mucho juego puesto que
suponen la diversión sin complicación. Manejar una buena provisión
económica, se va a necesitar. Dotarse con la mejor de las
sonrisas.... y a disfrutar.
Pero hay
algunos aspectos que se escapan al disfrutador ocasional, e incluso
al permanente, que enloquece estos días en la ciudad. ¿Hay alguien
que cree que la Fiesta nace sola, que es fruto de un hechizo que se
produce el 6 de julio y como si de una Cenicienta se tratara
desaparece el 14 de julio a las doce de la noche? Yo, que soy
conocedora de la fiesta, creo que sí. Muchos no piensan en nada,
puro milagro. Otros piensan que debe haber mucho personal
preparándola y haciéndola posible durante el transcurso de los
días, pero dedica a este pensamiento cinco minutos. Los menos,
valoran en su justa medida el esfuerzo ciudadano que supone un
fiestorro de este calado. Me quedo con estos últimos. De entre
estos, a los que más se les reconoce el trabajo realizado es a
políticos, gestores municipales, policía y al sector sanitario.
Previsible. Los políticos se reconocen y se dan parabienes entre
ellos e incluso, los días previos, henchidos de una generosidad
propiciada por la cercanía de la fiesta que a todos hermana, se
acuerdan de agradecer su labor en las fiestas al sector policial y al
sanitario, y en los últimos tiempos, en ocasiones, también a los
esforzados miembros del sector de la limpieza ciudadana y a la
hostelería.
Hasta ahí
nada que objetar y mucho que echar de menos. Pero bueno ¿esta ciudad
se paraliza durante las fiestas? ¿Quién une a unos barrios con
otros? ¿Quién sigue transportando tanto a los que trabajan durante
las fiestas como a los que las disfrutan? ¿Quién lleva a miles de
personas de una diversión a otra, de los toros a las verbenas, del
encierro al almuerzo, de los fuegos artificiales a casa? ¿Quién
aguanta a los graciosillos que se hacen los simpaticones y a los
borrachuzos que se ponen peligrosos? ¿Quién trabaja prestando un
servicio de 24 horas diarias, durante todos los días, en las fiestas
de su pueblo? Pues según constato, por el inexistente agradecimiento
y reconocimiento de medios de comunicación y sectores políticos y
administrativos, nadie. Los trabajadores y trabajadores del Servicio
Público de Transportes de Pamplona, son imprescindibles e invisibles
a un tiempo. ¡Qué paradoja! Nadie repara en ellos y ellas, se da
por hecho que estarán allá, y muy pocas personas son capaces de
imaginar cómo sería la Fiesta sin su trabajo estos días. Pues ya
está bien. Están a todas las horas del día y de la noche, inundan
las calles, están bien presentes y su trabajo es imprescindible.
Siendo así ¿cómo la ciudad es tan poco generosa al no reconocer su
papel? Señores y señoras encargados de la gestión pública,
a ver si dan un poco de ejemplo mirando con otros ojos todos los
servicios que hacen de esta ciudad lo que es. Medios de
comunicación, ustedes que informan y constatan el pulso de la
ciudad, a ver si observan más lo evidente, hay mucho que decir a cerca
de la gente que hace posible la locura colectiva anual y no son los
de siempre. Al ciudadano de a pie, si vuestro reconocimiento
en estas fechas, en las que casi todo el mundo está de fiesta, se
torna en una sonrisa en vez de una exigencia, seguro que ellos y
ellas, los trabajadores y trabajadoras del transporte público de
Pamplona sentirán que también contribuyen a la Fiesta de una
manera decisiva. Va por ellos/as.
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