lunes, 4 de julio de 2016

Imprescindibles e invisibles

Llegan las fiestas de Pamplona y todo el mundo se vuelve loco o idiota, según el caso. Cita obligada para bullangueros, curiosos, juerguistas, simpaticones y merluzos de todo sexo, condición y nacionalidad. Fecha señalada en muchos calendarios cuyos poseedores se preparan para cumplir con todos y cada uno de los protocolos, actos sociales y requerimientos a los que la Fiesta obliga. La vestimenta es algo de lo que nadie se ocupa puesto que todo el mundo la da por hecho: blanco y rojo, por favor. Estar en forma para aguantar el vagabundeo constante por las calles de la ciudad, nada de recogiditos en un cuco local privado: no, todos a la calle a invadirla, a inundarla de gente con ganas de guasa. Rodearse del grupo habitual de amistades o familia para compartir los raticos, o variante muy usada estos días, crear otros grupos alternativos que dan mucho juego puesto que suponen la diversión sin complicación. Manejar una buena provisión económica, se va a necesitar. Dotarse con la mejor de las sonrisas.... y a disfrutar.

Pero hay algunos aspectos que se escapan al disfrutador ocasional, e incluso al permanente, que enloquece estos días en la ciudad. ¿Hay alguien que cree que la Fiesta nace sola, que es fruto de un hechizo que se produce el 6 de julio y como si de una Cenicienta se tratara desaparece el 14 de julio a las doce de la noche? Yo, que soy conocedora de la fiesta, creo que sí. Muchos no piensan en nada, puro milagro. Otros piensan que debe haber mucho personal preparándola y haciéndola posible durante el transcurso de los días, pero dedica a este pensamiento cinco minutos. Los menos, valoran en su justa medida el esfuerzo ciudadano que supone un fiestorro de este calado. Me quedo con estos últimos. De entre estos, a los que más se les reconoce el trabajo realizado es a políticos, gestores municipales, policía y al sector sanitario. Previsible. Los políticos se reconocen y se dan parabienes entre ellos e incluso, los días previos, henchidos de una generosidad propiciada por la cercanía de la fiesta que a todos hermana, se acuerdan de agradecer su labor en las fiestas al sector policial y al sanitario, y en los últimos tiempos, en ocasiones, también a los esforzados miembros del sector de la limpieza ciudadana y a la hostelería.


Hasta ahí nada que objetar y mucho que echar de menos. Pero bueno ¿esta ciudad se paraliza durante las fiestas? ¿Quién une a unos barrios con otros? ¿Quién sigue transportando tanto a los que trabajan durante las fiestas como a los que las disfrutan? ¿Quién lleva a miles de personas de una diversión a otra, de los toros a las verbenas, del encierro al almuerzo, de los fuegos artificiales a casa? ¿Quién aguanta a los graciosillos que se hacen los simpaticones y a los borrachuzos que se ponen peligrosos? ¿Quién trabaja prestando un servicio de 24 horas diarias, durante todos los días, en las fiestas de su pueblo? Pues según constato, por el inexistente agradecimiento y reconocimiento de medios de comunicación y sectores políticos y administrativos, nadie. Los trabajadores y trabajadores del Servicio Público de Transportes de Pamplona, son imprescindibles e invisibles a un tiempo. ¡Qué paradoja! Nadie repara en ellos y ellas, se da por hecho que estarán allá, y muy pocas personas son capaces de imaginar cómo sería la Fiesta sin su trabajo estos días. Pues ya está bien. Están a todas las horas del día y de la noche, inundan las calles, están bien presentes y su trabajo es imprescindible. Siendo así ¿cómo la ciudad es tan poco generosa al no reconocer su papel? Señores y señoras encargados de la gestión pública, a ver si dan un poco de ejemplo mirando con otros ojos todos los servicios que hacen de esta ciudad lo que es. Medios de comunicación, ustedes que informan y constatan el pulso de la ciudad, a ver si observan más lo evidente, hay mucho que decir a cerca de la gente que hace posible la locura colectiva anual y no son los de siempre. Al ciudadano de a pie, si vuestro reconocimiento en estas fechas, en las que casi todo el mundo está de fiesta, se torna en una sonrisa en vez de una exigencia, seguro que ellos y ellas, los trabajadores y trabajadoras del transporte público de Pamplona sentirán que también contribuyen a la Fiesta de una manera decisiva. Va por ellos/as.    



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